NOTA PREVIA: este artículo es un poco más largo que los otros cuatro.
Las fortificaciones de Taku
En junio de 1859, una flota anglo-francesa regresa a Taku para ratificar el tratado de Tientsin con la Corte Imperial China. El almirante Hope, veterano de la Guerra de Crimea (1853-1856), lideraba la escuadra y solicitó la apertura del río Hai para desplazarse hasta Pekín. Los oficiales chinos le indican que puede desembarcar en Peh-Tang e ir por tierra hasta la capital. Esto no era lo que tenían previsto los aliados occidentales, así que tomaron la decisión de abrirse paso por la fuerza. Pero se encontraron con Sengge Rinchen, un general mongol al servicio del emperador chino quien, junto con su temible ejército, también mongol, y aprovechando las reforzadas fortificaciones de Taku, frenaron a los anglo-franceses y los obligaron a retroceder. China había aprendido de los errores de la primera batalla de Taku. La escuadra occidental se replegó humillada hasta Shanghai.
Los británicos renunciaron al esfuerzo de ratificar el tratado hasta recuperar la superioridad a ojos de los chinos. El gobierno británico, de hecho, recibió presiones públicas para tomar Taku fuera cual fuera el precio (seguramente, los que presionaban no iban a pagar el precio en sangre que esto iba a suponer). En Gran Bretaña se temía que de no tomar aquellas fortificaciones otras colonias, como India o Nepal,se verían inspiradas a amotinarse contra la derrotada armada británica. De esta forma, los aliados reunieron una nueva fuerza de combate que contaba con 41 naves de guerra, 143 transportes y 17.700 infantes. La lideraron, como no podía ser de otra manera, Elgin, por la parte británica, y Gros, por la parte francesa (es como cuando dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven se reúnen para una noche de juerga). En agosto de 1860 se encuentran ya con los chinos, pero en lugar de atacar directamente Taku, desembarcaron en Pehg-Tang, menos fortificado, para ir tomando fortalezas en su avance hasta tomar Taku el 21 de agosto de 1860.
Un alto el fuego
Tras la toma de Taku, firmarán una paz temporal con China y marcharán hacia Pekín con una gran escolta militar para sus plenipotenciarios (No deja de parecerme irónico que acaben desembarcando en Peh-Tang y marchando hacia Pekín como les habían pedido desde el principio los chinos, pero con un montón de muertos más. Esto es lo que me gusta de la historia). La negociación preliminar se desplazó de Tientsin, dónde se había firmado el tratado original que intentaban ratificar, a Tung-chow, a treinta millas al este de Pekín (48,28 km).
67º Regimiento de Infantería británico tomando las fortalezas de Taku.
Fuente: (1) New York Public Library.
El emperador chino, obviamente, puso muchas e importantes objeciones a la escolta militar. Según él, la única manera en que los aliados serían recibidos en la capital sería si un ejército chino les hiciera de escolta a los plenipotenciarios y su personal, obviamente desarmados (los británicos, claro). Pero esto, los británicos, no lo aceptarían nunca en la vida. Los occidentales desconfiaban y creían, además, que no estaban en posición de hacer demandas. No se equivocaban demasiado. Gros enviará un ultimátum el 14 de septiembre de 1860 para exigir una vía directa desde Tung-Chow hasta Pekín para las fuerzas occidentales.
En Tung-chow, Parkes trata de entenderse con los representantes chinos. Pero durante la reunión se desarrollarán complicaciones e irá creándose un clima de desconfianza. Parkes insistirá en que los occidentales no harán el Kowtow delante del emperador. Esta reticencia unida al ultimátum de Gros (por eso los ultimátums son malas estrategias de negociación) convencerá al emperador Hsieng-feng de que los occidentales no están cooperando. Él se sigue viendo a sí mismo como el rey del cielo y rey de reyes, no estaba dispuesto a permitir tal humillación. Inmediatamente se retractó del acuerdo de paz que habían firmado, capturó a Parkes y a su grupo y ordenó a Sengge Rinchen reiniciar las hostilidades en Tung-Chow.
Los prisioneros occidentales fueron llevados a un calabozo de Pekín, confinados en prisiones minúsculas y humillados (les frotaron las caras con barro de forma despreciativa). Cuando Parkes se negó a contestar a las preguntas de los chinos, no dudaron en usar la fuerza contra el diplomático. Aquí hay algo que me gustaría resaltar, independientemente de la naturaleza del conflicto, independientemente de que el casus belli se coja con pinzas, o de que el comercio del opio no sea ético: encarcelar y torturar a un diplomático es, y es mi opinión personal, un acto terrible: sea quien sea quien lo haga.
Reinicio de las hostilidades
Sengge Rinchen se enfrentó a los occidentales, y el 21 de septiembre fue derrotado en Baligiao. Esta victoria occidental fue decisiva: obtuvieron una vía directa a Pekín. Ante estos hechos, Hsieng-feng se desplazó hasta el palacio de Rehe, a 160 millas al norte de Pekín (257,5 km) con la excusa de un viaje anual de caza. Dejó a su hermano, el Príncipe Kung (o Gong), a cargo de las negociaciones.
Principe Gong entre 1856-1860
Fuente: (2) Autor desconocido
Elgin enviará un nuevo ultimátum (qué idea tan genial…¿cómo se le ocurriría?) el día 27 de septiembre. Los chinos no responden, así que los occidentales avanzan sobre Pekín siguiendo un mapa que había sido elaborado por un general ruso, un tal Ignatiev. El palacio de verano del emperador Hsien-feng se encontraba a 4 millas (6,5 km) del campamento británico. De casualidad que lo encuentran, porque, en principio, no andaban buscándolo. Ni siquiera sabían que estaba de camino. Pero ya que lo encontraron (como buenos británicos), no pudieron resistirse a los tesoros que ocultaba y lo saquearon llevándose todo objeto transportable.
El 9 de octubre los chinos responden y liberan a Parkes y siete soldados franceses e indios (de la Índia). El 12 de octubre un francés, y ocho indios más, y dos más el 14 de octubre. En total, liberaron unos 19 de los 39 capturados. Sengge Rinchen entregará entonces seis ataudes que contenían los cuerpos mutilados y destrozados del resto, en un estado de descomposición tal que los hacía irreconocibles (torturar diplomáticos y devolver los cadáveres hechos polvo de sus escoltas es una estrategia de negociación incluso peor que los ultimátums). Esto, lógicamente, no hizo demasiada gracia a los occidentales. Elgin dijo: “Este es un crimen atroz y, no por venganza, sino por nuestra seguridad futura, debería ser tratado con severidad”. La venganza requeriría algún tiempo para ser decidida, no se dejaron llevar.
La venganza
El 13 de octubre, las fuerzas franco-británicas asaltan Andingate (era una puerta de Pekín, en la muralla de la era Ming, construida en el siglo XV). Pero el general Grant no quiere atacar Pekín o destruir edificios como La Ciudad Prohibida. En lugar de eso, propuso la destrucción del Palacio de Verano, porque “fue allí dónde los prisioneros fueron tratados con tanta barbaridad”. Él consideraba que esta demolición enseñaría a los chinos que no se podía agraviar a los occidentales con impunidad.
El 18 de octubre, Elgin ordenó incendiar el Palacio de Verano. El fuego duró tres días, el Príncipe Kung podía verlo claramente desde Pekín. El 25 de octubre, para justificar este acto, envió una argumentación detallada de sus acciones al ministro de exterior Russell. De acuerdo con Elgin, destruir este palacio era el único método viable y efectivo para castigar los actos barbáricos de los chinos.
Palacio de verano en 1860, antes de arder.
Fuente (3) Felice Beato
Esta destrucción afectó moralmente a todos, no solamente al emperador y la família imperial china. Incluso Elgin se sintió profundamente perturbado por este acto. Grant admitió que “no podía sino llorar por la destrucción de tanta grandeza”. La historiografía ha descrito este saqueo y destrucción como un acto brutal por parte de los occidentales, los cuales, cegados por un sentimiento de superioridad, se creían más civilizados. Pecaron de lo que acusaban a los chinos: de barbarie. Este hecho histórico ha quedado grabado en la memoria colectiva china. Curiosamente, no parece que se haya juzgado de la misma forma otros actos que, en mi opinión, son más atroces: en el mismo conflicto, ya no sólo el comercio del opio, sino el bombardeo de una ciudad que no ofrecía resistencia, como era el caso de Cantón.
Después de la eliminación del Palacio de Verano, los chinos aceptaron negociar la paz. El 24 de octubre de 1860 ratificaron el tratado de Tientsin y firmaron la adicional convención de Pekín, finalizando así la Segunda Guerra del Opio. China cedía Kowloon a los británicos, permitía a los misioneros europeos en el interior del país, el derecho a comprar tierras a los extranjeros, incrementaba el número de puertos extranjeros residentes de forma permanente en Pekín, creaba una Oficina de Asuntos Extranjeros (Zongli Yamenu),a parte de la inclusión de extranjeros en el sistema aduanero chino, la imposición de una tasa sobre la circulación de todos los bienes excepto los importados, la legalización del comercio del opio, y el pago de una indemnización en plata. Gran Bretaña y Francia lograban que china les reconociera la soberanía y los tratara como unos iguales, pese a que las condiciones impuestas, en ningún caso, generaban igualdad. También consiguieron legalizar el comercio del opio con el que pagar el té que consumían los ingleses.
Fuentes:
NOTA: este artículo es la continuación de estos dos artículos:
Queda un último artículo sobre las consecuencias de estas guerras. También un pelín largo.
Añadir que estoy abierto a cualquier crítica constructiva.
Introducción
Las consecuencias del tratado de Nanking y del comercio e introducción de opio en China fueron nefastas tanto para la sociedad como para la economía del Imperio. El opio arruinó completamente a los comerciantes que se centraban en otros productos, la balanza de pagos al respecto de otros países extranjeros fue, por primera vez, desfavorable hacia China. Había sido siempre un país claramente exportador, sin dependencia de productos extranjeros, y ahora pasaba a ser un país dependiente.
El conflicto no terminó aquí, precisamente, China se resistía a aceptar esta situación. A finales de la siguiente década, volvería a estallar el conflicto: la Segunda Guerra del Opio, en 1857, que se alargaría durante tres años, hasta 1860. La guerra encontraría su motivación en la falta de rentabilidad de los puertos chinos abiertos a occidente, pero el casus belli llegaría por otro lado.
Primeras tensiones y el incidente del Arrow.
Las tensiones se iniciaron cuando, en 1854, un general británico llamado Bowring intentó adquirir una residencia permanente (con derecho de acceso) en Cantón. Dirigió su solicitud directamente a Yeh Mingchen, virrey de la región, quien, creyendo que Bowring tenía intenciones deshonestas, la rechazó. Cabe destacar que tras la Primera Guerra del Opio, el sentimiento antioccidental y anticristiano había aumentado. Como consecuencia de este hecho, las tensiones comenzaron a proliferar bajo la superficie. Pero no sería hasta el incidente con un barco,el Arrow, que se encendería la mecha.
En octubre de 1856 los oficiales de Cantón detuvieron el lorcha Arrow, un barco chino bajo estandarte británico, y detuvieron a sus marineros acusados de piratería. Según el cónsul británico, Harry Parkes, residente en Cantón, los oficiales chinos no se limitaron a llevar a término la detención, si no que tiraron la bandera británica y la pisaron con rabia. Furioso y disgustado por estas ofensas y actos de irreverencia, decidió intimidar militarmente a los “salvajes”. Exigió la liberación inmediata de los prisioneros y la oferta de una carta de disculpa por parte de las autoridades chinas. Si en 24 horas no se cumplían estas demandas, Cantón sería asediado por las fuerzas británicas. Veremos que, en la Segunda Guerra del Opio, el tema de los ultimatums es muy recurrente.
A la izquierda un junco, a la derecha un lorcha.
Fuente: (1) Tropenmuseum, parte del National Museum of World Cultures
Parkes tardó poco en descubrir que el registro del lorcha Arrow había expirado hacía tiempo, dejando sin apoyo legal su agresivo ultimátum. Pese a ello, persistió en sus demandas. Yeh Mingchen liberó a los prisioneros, pero no envió ninguna carta de disculpa. Los británicos se agarraron a este hecho para utilizarlo como un casus belli. El choque entre oriente y occidente se reinició.
La expedición de Lord Elgin y Grant.
Los británicos enviaron una expedición liderada por Lord Elgin y por el General Grant a Cantón. Francia se sumó con su propia armada, comandada por el Barón Gros, porque los chinos habían ejecutado a un misionero francés, Chapdelaine, por predicar el cristianismo.
La armada anglo-francesa se desplegó en Cantón y asedió fácilmente la región, capturando al virrey durante los enfrentamientos. Pese a que la ciudad no ofrecía ninguna resistencia, la bombardearon. En palabras de Elgin, fue una “medida que se había demostrado buena, el terror instalado en la mente de los cantoneses es más grande en proporción que la injuria infringida, por tanto, tendrá el efecto, espero, de prevenir cualquier atentado por su parte para desalojarnos o atacarnos”.
Thomas Bruce Elgin, 7.º conde de Elgin y 11.º duque de Kincardine
Fuente: (2) Anton Graff - Broomhall House, Scotland
El saqueo de Cantón no satisfizo a los occidentales que siguieron presionando en el norte. El 28 de mayo de 1858, la flota del Almirante Seymour atacó y supero los fuertes de Taku, a 100 millas de Pekín (1). El emperador chino, Hsienfeng, accedió a firmar el tratado de Tientsin, abriendo hasta 10 nuevos puertos, permitiendo a los extranjeros en las regiones interiores y pagando una indemnización de cuatro millones de taeles de plata (2).
Solo una pausa
Pese a la firma del tratado, el emperador no tenía intención alguna de respetarlo. Aquí es importante comprender dos cosas. La primera es la mentalidad china de la época que está construida desde la base de su propia historia, y es que las relaciones externas de la Antigua China siempre habían sido así. Era común y esperable para los chinos no respetar, o traicionar, los acuerdos firmados después de ganar una guerra. Normalmente se utilizaban únicamente para proveer una paz temporal. Esto se debía a que China estaba instalada en su rol de potencia regional desde hacía mucho tiempo, sin que otro país pudiera rivalizar hasta su choque con occidente. La segunda es que los chinos estaban muy disgustados con los británicos por el trato que habían tenido con el Virrey Yeh, que murió en Calcuta, en cautividad. Por no decir que el casus belli estaba un poco cogido con pinzas.
Emperador Hsienfeng de la dinastía Qing
Fuente: (3) Pintor de Corte - Museo Palacio de Beijing
Por su parte, británicos y franceses esperaban que China respetase el tratado con honor y lo siguiera con entusiasmo (tampoco eran muy realistas en el segundo punto). Los plenipotenciarios Elgin y Gros insistieron en ratificar el acuerdo en Pekín un año más tarde, y creyendo que su misión estaba cumplida, volvieron a casa.
Notas:
Fuentes imágenes:
NOTA: este artículo es la continuación de estos tres artículos:
Añadir que estoy abierto a cualquier crítica constructiva.
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