Introducción
Las consecuencias del tratado de Nanking y del comercio e introducción de opio en China fueron nefastas tanto para la sociedad como para la economía del Imperio. El opio arruinó completamente a los comerciantes que se centraban en otros productos, la balanza de pagos al respecto de otros países extranjeros fue, por primera vez, desfavorable hacia China. Había sido siempre un país claramente exportador, sin dependencia de productos extranjeros, y ahora pasaba a ser un país dependiente.
El conflicto no terminó aquí, precisamente, China se resistía a aceptar esta situación. A finales de la siguiente década, volvería a estallar el conflicto: la Segunda Guerra del Opio, en 1857, que se alargaría durante tres años, hasta 1860. La guerra encontraría su motivación en la falta de rentabilidad de los puertos chinos abiertos a occidente, pero el casus belli llegaría por otro lado.
Primeras tensiones y el incidente del Arrow.
Las tensiones se iniciaron cuando, en 1854, un general británico llamado Bowring intentó adquirir una residencia permanente (con derecho de acceso) en Cantón. Dirigió su solicitud directamente a Yeh Mingchen, virrey de la región, quien, creyendo que Bowring tenía intenciones deshonestas, la rechazó. Cabe destacar que tras la Primera Guerra del Opio, el sentimiento antioccidental y anticristiano había aumentado. Como consecuencia de este hecho, las tensiones comenzaron a proliferar bajo la superficie. Pero no sería hasta el incidente con un barco,el Arrow, que se encendería la mecha.
En octubre de 1856 los oficiales de Cantón detuvieron el lorcha Arrow, un barco chino bajo estandarte británico, y detuvieron a sus marineros acusados de piratería. Según el cónsul británico, Harry Parkes, residente en Cantón, los oficiales chinos no se limitaron a llevar a término la detención, si no que tiraron la bandera británica y la pisaron con rabia. Furioso y disgustado por estas ofensas y actos de irreverencia, decidió intimidar militarmente a los “salvajes”. Exigió la liberación inmediata de los prisioneros y la oferta de una carta de disculpa por parte de las autoridades chinas. Si en 24 horas no se cumplían estas demandas, Cantón sería asediado por las fuerzas británicas. Veremos que, en la Segunda Guerra del Opio, el tema de los ultimatums es muy recurrente.
A la izquierda un junco, a la derecha un lorcha.
Fuente: (1) Tropenmuseum, parte del National Museum of World Cultures
Parkes tardó poco en descubrir que el registro del lorcha Arrow había expirado hacía tiempo, dejando sin apoyo legal su agresivo ultimátum. Pese a ello, persistió en sus demandas. Yeh Mingchen liberó a los prisioneros, pero no envió ninguna carta de disculpa. Los británicos se agarraron a este hecho para utilizarlo como un casus belli. El choque entre oriente y occidente se reinició.
La expedición de Lord Elgin y Grant.
Los británicos enviaron una expedición liderada por Lord Elgin y por el General Grant a Cantón. Francia se sumó con su propia armada, comandada por el Barón Gros, porque los chinos habían ejecutado a un misionero francés, Chapdelaine, por predicar el cristianismo.
La armada anglo-francesa se desplegó en Cantón y asedió fácilmente la región, capturando al virrey durante los enfrentamientos. Pese a que la ciudad no ofrecía ninguna resistencia, la bombardearon. En palabras de Elgin, fue una “medida que se había demostrado buena, el terror instalado en la mente de los cantoneses es más grande en proporción que la injuria infringida, por tanto, tendrá el efecto, espero, de prevenir cualquier atentado por su parte para desalojarnos o atacarnos”.
Thomas Bruce Elgin, 7.º conde de Elgin y 11.º duque de Kincardine
Fuente: (2) Anton Graff - Broomhall House, Scotland
El saqueo de Cantón no satisfizo a los occidentales que siguieron presionando en el norte. El 28 de mayo de 1858, la flota del Almirante Seymour atacó y supero los fuertes de Taku, a 100 millas de Pekín (1). El emperador chino, Hsienfeng, accedió a firmar el tratado de Tientsin, abriendo hasta 10 nuevos puertos, permitiendo a los extranjeros en las regiones interiores y pagando una indemnización de cuatro millones de taeles de plata (2).
Solo una pausa
Pese a la firma del tratado, el emperador no tenía intención alguna de respetarlo. Aquí es importante comprender dos cosas. La primera es la mentalidad china de la época que está construida desde la base de su propia historia, y es que las relaciones externas de la Antigua China siempre habían sido así. Era común y esperable para los chinos no respetar, o traicionar, los acuerdos firmados después de ganar una guerra. Normalmente se utilizaban únicamente para proveer una paz temporal. Esto se debía a que China estaba instalada en su rol de potencia regional desde hacía mucho tiempo, sin que otro país pudiera rivalizar hasta su choque con occidente. La segunda es que los chinos estaban muy disgustados con los británicos por el trato que habían tenido con el Virrey Yeh, que murió en Calcuta, en cautividad. Por no decir que el casus belli estaba un poco cogido con pinzas.
Emperador Hsienfeng de la dinastía Qing
Fuente: (3) Pintor de Corte - Museo Palacio de Beijing
Por su parte, británicos y franceses esperaban que China respetase el tratado con honor y lo siguiera con entusiasmo (tampoco eran muy realistas en el segundo punto). Los plenipotenciarios Elgin y Gros insistieron en ratificar el acuerdo en Pekín un año más tarde, y creyendo que su misión estaba cumplida, volvieron a casa.
Notas:
- Unos 160-161 Km.
- Un tael es una medida china que equivale a 40 gramos, por tanto, se trata de unos 160.000 kg de plata.
Fuentes imágenes:
- fr.wikipedia.org/wiki/Incident_de_l'Arrow#/media/Fichier:COLLECTIE_TRO
- es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Bruce_Elgin#/media/Archivo:7th_Earl_of_El
- es.wikipedia.org/wiki/Xianfeng#/media/Archivo:《咸丰皇帝朝服像
NOTA: este artículo es la continuación de estos tres artículos:
- www.meneame.net/m/Historia/guerras-opio-i-dinastia-qing-loto-blanco
- www.meneame.net/m/Historia/guerras-opio-ii-antecedentes-primera-guerra
- www.meneame.net/m/Historia/guerras-opio-iii-ahora-primera-guerra-opio
Añadir que estoy abierto a cualquier crítica constructiva.