Desde hace varios miles de años, el ser humano se ha servido de la energía animal para sus intereses y, tras dominar el fuego, de los vegetales como fuente energética para cocinar o calentarse. Después descubrió el carbón, el petróleo, el gas y el uranio y, en progresión geométrica, ha ido incrementando su consumo energético y creando una sofisticada economía en torno a ello. Tanto es así, que cuando este sistema no consigue crecer en consumo energético, entra en crisis.