(...)Pero en Bélgica ocurrió el episodio que demostró lo poco civilizados que eran los europeos. Tal vez el peor lugar para nacer deforme. A finales de la Segunda Guerra Mundial, este país se convirtió en un sitio sumamente atractivo tanto para los negocios como para la vida política, pero también para mostrar espectáculos diferentes a los acostumbrados en cuanto a entretenimiento. Bruselas se convirtió en el lugar donde el racismo se transformó en sinónimo de diversión.
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