Una fría noche de febrero, al amparo de la oscuridad, una mujer se acerca sigilosamete hacia las gradas vacías que rodean las inmaculadas canchas de césped. En su bolso lleva cinco latas de de aceite de parafina, un paquete de virutas de madera y dos cajas de fósforos. Elige un sitio, pone su bolso en la cancha y se prepara para destrozar uno de los centros deportivos más famosos de Reino Unido.
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