Antes de adoptar el seudónimo de Voltaire, François-Marie d’Arouet, que así se llamaba, era un adolescente precoz que se fue labrando una reputación entre las élites del París del siglo XVIII gracias a su ingenio y a su capacidad para escribir versos pegadizos. Su irreverencia no parecía tener límites, ni siquiera contra aquellos que estaban en el poder, lo que le llevó a tener que exiliarse al campo en mayo de 1716. Más adelante, ese descaro tuvo consecuencias aún más dramáticas, llevándole a prisión.
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