Vamos por la calle para reunirnos con un amigo. Ya estamos pensando en lo que nos gustaría comer, saboreándolo por anticipado. Doblamos la esquina y…¡Oh no!¡Un león! Inmediatamente, las actividades de todo nuestro organismo se transforman para enfrentarse a la crisis: el tracto digestivo se cierra y el ritmo respiratorio se acelera vertiginosamente.
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