Cuando Krzysztof Kieslowski y Zbigniew Preisner (una relación tan estrecha y comparable quizás con la que hay entre David Lynch y Badalamenti) trabajaban en “La doble vida de Verónica”, se les ocurrió inventarse un supuesto compositor al que bautizaron con el eufónico nombre. En la edición de la banda sonora original se mantuvo el engaño atribuyendo a Van den Budenmayer sus supuestas composiciones.
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