A la mañana siguiente, antes de que la Biblioteca Joanina con sus 70.000 libros (muchos de ellos de antes de 1800) abra sus puertas, los trabajadores volverán al edificio, retirarán las fundas y recogerán los excrementos del suelo. Desde al menos el siglo XIX, el bienestar de la biblioteca depende de un delicado equilibrio entre cultura y naturaleza: cada noche, dos colonias de murciélagos campan a sus anchas por las estancias barrocas de la Joanina alimentándose de decenas de tipos de insectos "bibliófagos".
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