Fernando Delgado Sanz era su auténtico nombre. Un vacio en su ojo izquierdo y unas cuantas fechorías le dieron su temido apodo, el Tuerto de Pirón. Durante muchos años tuvo en jaque a Guardia Civil y jueces y sembró el miedo entre viajeros y vecinos de ambas vertientes de la sierra de Guadarrama.
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