Son numerosos los animales que poseen la capacidad de producir veneno, pero no tan numerosa la cantidad de clases que existen del mismo. Hay, básicamente, dos tipos de veneno: los citotóxicos y los neurotóxicos. Los primeros son aquellos que atacan a las células vivas de la víctima causando la destrucción de sus estructuras. Pueden producir inflamación, cambios en la sangre o descomposición de los tejidos (gangrena). Los segundos atacan directamente al sistema nervioso produciendo temblores, pérdida de sensibilidad o inactividad muscular.
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