Cuando Henry Morrison Flagler descubrió por la ventanilla a las 100 mil personas que fueron a recibirlo a la estación, no sabía que solo le quedaba 1 año, 3 meses y 27 días de vida. Hijo de un tiempo en que la humanidad se agigantó a la naturaleza, el hombre quiso domar las olas y empequeñecer el mar. Sobre su mesa de noche, se trazó el mapa del ferrocarril que unió a Nueva York con Cayo Hueso, y posteriormente a Cayo Hueso con La Habana. Cuando el proyecto nació, a comienzos del siglo XX, muchos lo bautizaron como “La Quimera de Flagler”.
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