Las lenguas muertas son más que una mera curiosidad académica. Desafortunadamente, la mayoría de ellas tienen registros tan mínimos que los científicos no pueden descifrarlas usando algoritmos de traducción automática. Algunas no tienen un lenguaje “relativo” bien investigado con el que compararse, y a menudo carecen de los divisores tradicionales como los espacios en blanco y la puntuación. El sistema desarrollado en el MIT CSAIL tiene como objetivo ayudar a los lingüistas a descifrar las lenguas que se han perdido en la historia.
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