En Alemania del Este fue tan deseado como odiado y, a pesar de sus limitaciones, era considerado todo un lujo. "Para la gente de Alemania del Este, el Trabant significaba la movilidad personal. Querían tener coches como ya ocurría en la parte occidental. Un factor importante fue que era muy fácil de fabricar. Se convirtió en un producto de consumo que la mayoría de los alemanes del Este querían tener", explica Sören Marotz, experto. El primer Trabant empezó a circular en 1958
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