Si analizamos crítica y objetivamente, la prostitución y cualquier otra profesión no son muy diferentes entre sí. ¿Qué hace un obrero sino vender su cuerpo y su fuerza? ¿Qué hace un ingeniero sino vender su mente e inteligencia? ¿Qué hace un hombre cuando acepta un trabajo que va en contra de sus principios sino vender su alma? Todos somos mercancía pero el trabajo dignifica al hombre si ofrece un servicio a la sociedad. Sólo es indigno cuando con él se busca estafar y hacer toda clase de males o quien no trabaja y espera que se le cubra todo.
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