Afganistán es uno de esos lugares del planeta donde es mejor no nacer. Pobreza extrema, analfabetismo generalizado, corrupción política endémica, un clima de violencia perpetua y el peso de la tradición y la religión son algunas de sus señas. Sin embargo, caprichos de la naturaleza, el país centroasiático esconde en su subsuelo una reserva mineral enormemente variada y en cantidades considerables, lo que le convierte en un potencial punto estratégico de las dinámicas de seguridad económica a nivel regional y global.
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