La guerra en los Alpes llevó los problemas de abastecimiento a un nuevo nivel. Ante las fuerzas austrohúngaras que tenían delante, los italianos siguieron una estrategia de subir cada vez a cotas más altas, desde las que trataban de dominar las posiciones enemigas. Los austrohúngaros también subían buscando esa ventaja, lo que provocó que miles de soldados acabaran pasando el invierno a más de 3.000 metros de altura. A partir de cierta altura, el terreno se volvía imposible incluso para las mejores y más hábiles mulas.
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