El videojuego español vive una segunda edad de oro. Una edad de oro creativa en la que un puñado de pequeños estudios han tomado la alternativa a los grandes nombres —Mercury Steam, Virtual Toys, Pyro, FX Interactive—. No facturan lo que un Fallout 4, un Call of Duty o un FIFA pero se han ganado el respeto de la prensa especializada y de los jugadores gracias a una vuelta a las raíces. Ese regreso al concepto que forjó la primera edad de oro del videojuego en España, que tuvo lugar entre 1983 y 1992.
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