Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Guttuso, que desde 1943 había formado parte de la resistencia antifascista, volvió a Italia y se convirtió en una figura central en el renacimiento cultural italiano. Paralelamente su reputación creció por todo el mundo en unos años en que realizó numerosos bodegones, escenas monumentales de historia y homenajes a maestros antiguos como Courbet y Durero, o modernos como Van Gogh y Picasso.