Ante estas revelaciones mi curiosidad se vio desbordada ¿Era esta colección, evidencia de una antigua Sudamérica remota, y aún no registrada en los anales históricos? La duda me azotaba, y aumentaba mis ansias por contemplar in situ, aquel descubrimiento desconcertante. Finalmente, en enero de 1998 mi deseo se vio realizado, y durante dos días, el Museo de Ica me fue revelando algunos de sus secretos. Quedé atónita.