Si pudiéramos ver nuestras venas, cuales cauces diminutos, llevar nuestra sangre hasta el centro del cuerpo. Si pudiéramos parir a niños tatuados con historia y dibujos de animales mitológicos. Si pudiéramos llevar flores en los pies y en las muñecas, o cosernos guirnaldas muy cerca de los oídos. Si pudiéramos vestir nuestro esqueleto solamente con una túnica. Si pudiéramos trotar con nuestros músculos, como si fuéramos caballos de piel roja. Si pudiéramos ver las estrellas con las cuencas de nuestros cadavéricos ojos, entonces la vida...