La modalidad se conoce con el nombre de "toros de cuerda", "toros ensogados", "enmaromados"... y es el fruto de una tradición que se ha mantenido en diversas poblaciones de la península Ibérica, entre otros en Benavente, Teruel, Cuenca, Grazalema (Cádiz), Onteniente (Valencia), La Puebla de Montalbán y Yuncos (Toledo), Azpeitia (Guipuzcoa), Beas de Segura (Jaén), Lodosa (Navarra)...