La abeja poseería en casi todas las tradiciones culturales una naturaleza ígnea, es decir, estaría dotada del poder del fuego. Así aparecería representando a las sacerdotisas de distintos cultos antiguos, especialmente las Pitonisas, además de las almas puras de los iniciados. La abeja purifica por el fuego y alimenta por la miel; quema por su aguijón, pero ilumina por su fulgor.