En la conformación del llamado Great American Songbook –el canon hegemónico de la música popular entre las décadas de 1920 y 1950–, Cole Porter fue un fascinante verso suelto.No formó parte de la diáspora de la factoría de canciones Tin Pan Alley, como sí lo hicieron Irving Berlin, George Gershwin o Jerome Kern, y por lo tanto nunca facturó éxitos en horario de oficina, hacinado en un cubículo de la calle 28 y a 15 dólares la semana.Su vida fue desahogada y desenfrenada, y su talento innato e irreverente. Sus canciones, más incluso que sus...