Los judíos fueron expulsados en 1492, pero su huella aún pervive en nuestras costumbres, expresiones e incluso en la gastronomía. Hasta 1869 rige en España el estatuto de limpieza de sangre, que inspiró a los nazis la ley de pureza racial. Si se aspiraba a ser clérigo, médico, militar, funcionario… había que demostrar que en las cuatro últimas generaciones no había sangre impura, esto es, judía, musulmana o protestante.