España está sumida en una profunda decadencia que afecta a casi todos los terrenos y ámbitos de nuestra sociedad. Se trata de un declive político, económico, social, y moral. La democracia ha sido secuestrada por y para unos pocos. Las élites, bajo su instinto de clase, no han cedido ni un ápice de su posición de poder y riqueza. Fueron ellas quienes decidieron en su momento ser rentistas, jugar a la especulación, y favorecer una economía de sol y playa. Como consecuencia, España endeudada hasta las cejas, con un sistema financiero inestable,