La risa contagiosa es, en fin, contagiosa. Escuchamos reír a la gente y nos resulta más fácil reír. Reímos mucho más en compañía de los demás que en soledad. Las risas enlatadas llegaron incluso a funcionar muy bien en un momento dado de nuestra historia televisiva. Sin embargo, un estudio publicado la revista Current Biology postula que este fenómeno podría no ser contagioso para todos, especialmente para los adolescentes varones en riesgo de sufrir psicopatía.
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