Desde hace al menos una década la región del Mediterráneo ha cobrado un renovado interés para la OTAN, que la considera hoy un punto estratégico para varias de sus operaciones y asociaciones con otros países. Los conflictos surgidos tras las revoluciones árabes de 2011, la creciente presencia rusa en el Mediterráneo oriental y el hallazgo de importantes reservas de gas son solo algunos de los intereses que empujan a la OTAN a crear una estrategia regional que no logra asentarse del todo.
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