Que un expresidente sea investigado podría parecer una señal de madurez democrática, pero procesarlo a través de un sistema de justicia viciado es contraproducente. En su intención de erradicar el correísmo, el movimiento caudillista que bajo la égida de Correa monopolizó todas las instituciones de Ecuador, el gobierno del presidente Lenín Moreno está perpetuando un mecanismo que limita la autonomía de la justicia y debilita las instituciones de una democracia que prometió “refrescar”.
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