Se habían quedado solos en casa, por fin, después de embarcar a los niños en el autocar que les llevaría al campamento de verano. Tita miraba a su marido con lascivia, solo de pensar en las tórridas noches de amor que tendrían durante los 15 días que los niños estarían fuera, como cuando eran novios y no tenían obligaciones. La verdad es que necesitaba follar como las vacaciones de verano. Le urgía.
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