Un vecino de Madrid sería el protagonista de una de las expresiones más castizas que conocemos, “el tonto del bote”. Se utiliza para definir a una persona que hace o dice tonterías habitualmente. Según las crónicas, Julián vivió en el siglo XIX, y regentaba el entorno del Convento de San Antonio del Prado. Este templo, desaparecido en 1890, se encontraba en el actual entorno de la Plaza de las Cortes y Julián se apostaba en la entrada del mismo para pedir limosna a todo creyente que entraba al lugar.
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