Incluso el Führer creía en el turismo. Y pensó en grande: basta con ver lo que queda hoy del llamado "Coloso de Prora", un enorme complejo hotelero construido en las costas de la isla báltica de Rügen, en el extremo norte de Alemania, que las ideas de los líderes nazis habían convertido en un punto de referencia para vacacionar aria. Comenzó antes de la Segunda Guerra Mundial, se compone de bloques idénticos de edificios de seis plantas que se extienden por más de cuatro kilómetros, con un total estimado de cerca de 10.000 habitaciones
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