Europa arrastra desde hace años un grave problema: la falta de una industria tecnológica autosuficiente. Los países europeos importan los bienes y servicios digitales de Estados Unidos y China, y eso les pone en una situación de dependencia que amenaza su autonomía y soberanía, más si cabe en un contexto de graves disputas comerciales. Para contrarrestarlo, varias iniciativas europeas apuestan por sumar fuerzas e invertir más en el desarrollo de tecnologías estratégicas.
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