“En Europa, si dejáramos de producir automóviles diésel o de gasolina y sólo fabricáramos coches eléctricos, perderíamos a uno de cada tres trabajadores: si compramos el motor y compramos la batería, nos queda el 60% del valor del automóvil. Pero un millón de europeos ya no tendría trabajo”, afirma el presidente de Brembo, Alberto Bombassei, al medio italiano Sole24Ore.
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