La obsesión de Sigmund Freud con el falo, lo simbólicamente fálico y las falomanías diversas que pululan por la sociedad, volvieron al órgano sexual masculino un tema recurrente y hasta simpático en el saber popular. Sin embargo el falo, con la musicalidad tamboril inherente a su nombre, sólo hasta hace pocos años ha llamado la atención explícita de la ciencia.
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