El rastro, en el que conviven el esplendor y la decadencia, lo vulgar y lo extraordinario, la capacidad de maravillarse y la sordidez. Un espacio algo caótico e incierto, rebosante de claroscuros. Camuflados entre cacharros destartalados, dormitan prodigios de distinta naturaleza que esperan a ser rescatados. Recuerdos de vidas ya vividas que ansían instalarse en otras memorias. El pasado asalta a caballo al presente.
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