Con tanta tecnología invadiendo nuestro día a día, a veces olvidamos aquellos instrumentos y materiales que, en su tiempo, resultaron de lo más útiles. Sirva como ejemplo de ello el papel, ese componente blanco en que solíamos hacer los deberes, el lugar en el que se perdían las palabras de un libro o donde apuntábamos el número de teléfono de nuestros ligues.
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