Nos cuenta José María Iribarren en su libro El porqué de los dichos que esta frase se dice para mostrar «asombro ante la facilidad con que otro hace una cosa o resuelve una dificultad». Puede que sea una de esas expresiones que ya no usamos hoy en día. Yo, al menos, pocas veces -por no ser rotunda y decir ninguna- oigo a nadie por la calle exclamar «¡Ale, échale guindas al pavo!» cuando nos cuentan con qué facilidad e impunidad se han llevado determinados personajes el dinero de las cuentas públicas, por poner un ejemplo facilón.
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