Justo cuando parecía que los censores del gobierno chino ya habían tocado fondo en sus ridículos intentos por “proteger” a las audiencias, hace unos días se han hecho públicas una serie de directrices dignas del más casto convento de clausura. Es más, resulta que servidor fue educado en un colegio de monjas de dudosa paciencia, pero aun así, recuerdo que de vez en cuando el cura nos puso alguna película con escenas de sexo explícito como Las dos caras de la verdad (1996), algo totalmente impensable en un instituto chino cualquiera.
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