La modernidad trajo consigo que la religión fuese considerada un atraso irracional, un vestigio caduco que, si bien no debía ser barrido como algo bárbaro, obsoleto y atrasado (tan sólo darwinistas ansiosos de notoriedad como Richard Dawkins o la rama marxista de los modernos alcanzó esta convicción), debía ser confinada en el salón, detrás de la vitrina en la que se muestran las curiosidades. En su análisis de las consecuencias políticas, espirituales y filosóficas de la modernidad, La edad de la ira, Pankaj Mishra lo expresa así: Efectivamen
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