Cada otoño, los habitantes de Barrow, un pueblo de 4,900 habitantes ubicado en el extremo norte de Alaska, se reúnen el 18 o 19 de noviembre para ver la última puesta de Sol del año. A diferencia de los atardeceres del resto del globo, esta localidad considerada uno de los asentamientos humanos más septentrionales del mundo se despide de la luz solar a finales de noviembre, un adiós que se prolonga durante 66 días, hasta que el Sol vuelve a alcanzar el horizonte el 23 de enero del año siguiente.
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