La industria de cine mexicano estaba en pañales cuando debutó Cantinflas en el cine, en No te engañes corazón (1936) de Miguel Contreras Torres. A este le siguieron varios pequeños papeles en otras tantas películas de la segunda mitad de la década de los 30. Consiguió la atención del público y los productores de cine gracias a su característica apariencia (...) Sin embargo lo que más llamaba la atención era su lenguaje, el famoso “cantinflear”, una incontrolable verborrea que, dice la leyenda, tomó de los discursos de políticos demagogos (...)
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