Vemos, de este modo, como el mercado, de nuevo bajo un discurso localista y de proximidad, aparece en nuestra propia sopa, que por lo visto está sosa, intentando introducirse en nuestras vidas, en las relaciones más cercanas, aquellas que establecemos con nuestros propios vecinos y vecinas, y todo sin necesidad de salir de casa, esa incomodidad que supone salir a la calle, verlos directamente, tocarlos, escucharlos.
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