Cuando valoramos los casos de corrupción tendemos a pensar que hay personas que, por su naturaleza y circunstancias, incurren en comportamientos deshonestos. Y pensamos que otras, por el contrario, son honradas, no se corrompen y no lo harían, incluso, aunque las circunstancias les resultasen propicias. Pero las cosas no son tan sencillas. El engaño, la mentira, la trampa, el fraude, como tantas otras particularidades del comportamiento humano ha sido estudiado científicamente.
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