¿Por qué somos corruptos? ¿Por qué hay sociedades más corruptas que otras? Las respuestas a esas preguntas son mútiples, y ni siquiera las conocemos todas. Sin embargo, un nuevo estudio acaba de concluir que hay una dinámica que se retroalimenta, como el pez que se muerde la cola, que permite determinar el grado de corrupción de las instituciones: invertir en perseguir y castigar la corrupción.
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