En primer lugar, encontramos que el sesgo contra las mujeres por trabajos estereotipadamente masculinos y neutrales al género ha desaparecido o incluso revertido con el tiempo, mientras que el sesgo contra los hombres por trabajos estereotipadamente femeninos ha persistido. En segundo lugar, y quizás igual de sorprendente, descubrimos que tanto la gente común como los científicos no reconocen ni aprecian plenamente este progreso y sobreestiman drásticamente el sesgo antifemenino a lo largo del tiempo
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