El momento de esplendor de Lixus se produjo en el reinado del emperador Claudio (41-54 d.C.), cuando la ciudad era una gran factoría de salazones de pescado y del garum romano. La importancia del pescado era tal que han aparecido en las ruinas de Lixus, junto a monedas con la efigie de los emperadores, otras con siluetas de atunes. En el complejo pueden verse las cisternas donde se salaba el pescado, las escalinatas de un teatro-anfiteatro de 800 metros cuadrados único en África y las ruinas del barrio noble y de un palacio.
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