Sus padres la inscribieron en la escuela que dirigía el sacerdote Fernando Martínez, a quien la congregación había puesto al frente de la institución pese a acumular al menos tres denuncias por pederastia. “Ellos sabían perfectamente que estaban poniendo un depredador sexual en mi colegio”, maldice la mujer de 36 años. “Era totalmente prevenible”... “No te tocaba solamente la pierna, te tocaba las partes íntimas”, se lamenta. “Yo tenía seis años, estaba muy chiquitita”.
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