El PIB, en comparación, es una construcción de los economistas. Como Coyle explica, no quedaba claro en los años 30 si uno debía, por ejemplo, incluir o no los servicios públicos en su definición. Y hoy en día constantemente cambiamos los bienes que incluimos en el PIB, algunas veces de manera tremendamente aburrida y otras más “curiosas”. Estos cambios de definición se deben en parte a cambios en cómo pensamos acerca de la actividad económica y en parte a cambios en nuestra capacidad de medir.
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