Quizás no sea cuestión ahora de hablar de ingresos mínimos si no de limitar máximos, poner un tope al lucro, al beneficio, a la especulación, al precio que pagáis por los trajes que os ponéis para contarle a la gente que el Estado no se puede permitir garantizarles comida o techo. Quizás hay que ponerle un máximo al latrocinio sobre los servicios sociales. ¿Y si dejemos de hablar de mínimos de miseria y hablamos de máximos de vergüenza? Estamos manteniendo expertos bien alimentados pontificando sobre la inevitabilidad de la pobreza de los otros
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